Dos pestañas y un deseo

Paseábamos en medio del barranco,  sorteando las ensortijadas aulagas y las pencas del camino. Conversábamos de todo un poco. Había una seguridad en las sentencia de la niña de niña de nueve años que sólo la inocencia puede contener.

¿Qué te parece como está quedando la casa ahora?-le pregunté cuando sentí que llevaba un rato callada.

Estaba pensando lo mismo ahora- me respondió abriendo mucho los ojos.

Tengo telepatía, te leo el pensamiento- respondí.

Yo también- afirmó convencida. Luego después de un momento dijo- Nosotras tenemos suerte. Todo lo que pensamos se cumple.

¿Sí?-  Pregunté divertida.

Sí- dijo la niña con convicción- Una vez soñé que volaba, me encantaba volar. Entonce me quité una pestaña y pedí un deseo: volar. Y al día siguiente vino mi tío a mi casa y me levantó en brazos en el aire y era como si volara.

¡Vaya qué bien¡
       ¡Y tú ¡¿Qué quieres para ti ?– me preguntó con la
mayor naturalidad.
Suspiré. Tenía
el día melancólico. Hacía mucho calor.

Alguien que me quiera y a quien querer- dije sin mucho entusiasmo.

Uhmm… – eso es muy difícil te tienes que quitar dos pestañas por lo menos.
Sonreí.

¿ Dos?

Sí, por lo menos- dijo con total certeza.

8 pensamientos sobre “Dos pestañas y un deseo”

  1. A mi me pasa como a ella, sin arrancarme pestañas: siempre soñé con volar y he volado en parapente; siempre soñé con un caballo y hubo un momento en que tuve dos (ahora solamente tengo uno, jubilado. Bueno, jubilados los dos, nos tenemos uno a otro)

  2. La inocencia es la puerta a creer que podemos, y por ello, lo intentamos y lo hacemos. A veces hay que usar pestañas, otra voluntad y siempre hay que estar abierta a aprovechar cada momento, en el cual nos ofrecen sentimientos y sensaciones que quizás no las queramos, pero si las necesitamos.

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