En las mil y una noches

Un día el rey
de rey Shariar llamado también dueño del tiempo, observó desde su ventana como
la joven Sherezade tomaba agua fresca de la fuente. La noche era cálida y en
los jardines de palacio el aire de jazmín parecía refrescar el ambiente. Inesperadamente,
el rey comenzó a sentirse mal ante la visión de una joven muchacha. Su corazón
comenzó a latir con verdadera alegría ante la visión de la doncella. Pero,
al  instante, esta se convirtió en
dolor al pensar que aquella hermosa criatura podría desaparecer algún día. El
rey, consternado, la mandó a llamar esa misma noche a sus aposentos. A esa
noche vinieron otras, pero el rey lejos de alegrarse se afligía cada vez más.
Una noche de luna llena le habló así:
       Sherezade, hermosa doncella, después de estas
palabras tendré que sacrificarte, pues tu presencia me causa desasosiego y tu
fuerza aunque desconocida y temible, no la puedo vencer. Así que, como es
sabido que nadie debe haber más fuerte que el rey ni nada que me cause inquietud,
es justo que sepas que después de yacer conmigo esta noche, morirás.
Ante estas
palabras la muchacha comenzó a llorar desconsoladamente. El rey la atrajo hacía
sí y continuó.
        Hoy  me desborda
un deseo impetuoso de abrazarte, y no es digno de un rey mostrarse así, pues yo
que he reinado para tantos hombres y vencido en mil batallas, tengo miedo de
mis sentimientos. Nunca me he confesado así, dios sabe lo que me cuestan estas
palabras. Quédate una última vez conmigo, quiero sentirte entre mis brazos.
Paso muchas horas sólo recordándote, buscando el significado oculto de esto que
siento. Mi cabeza no entiende el hecho ilógico e incomprensible de  que pueda sentir tanto, aun no estando
contigo. Estas palabras no son dignas de un rey.
Sherezade,
que a su vez amaba al rey en silencio, se reclinó en su hombro y escuchó
aquellas palabras tan dulces como la miel en sus oídos. El rey afligido
continúo.
       El mundo, es triste, caótico, todo se derrumba. Pero
si tú me abrazas mi dolor espantas, y parece que el mundo se detiene, porque
estás inmerso en él. Pero esto es incierto, el mundo sigue con sus atrocidades
y su caos y yo no me puedo evadir de él.
Entonces
Sherezade habló:
       Mi corazón conoce lo que mi cabeza se niega a
explicar, que nuestros corazones están hechos el uno para el otro, tú eres la
fuente y yo el agua, yo el desierto y tú el oasis. Mi corazón se acopla al tuyo
y bailan al mismo compás, y se detiene manso como el agua del afluente cuando
llega al lago y se remansa. Pero antes de acabar la noche y mi vida quiero que
escuches de mi boca un hermosa historia

Y  de
esta manera comenzó Sherezade a relatar una extraña historia.

9 pensamientos sobre “En las mil y una noches”

  1. Sherezade es también el arte de la paz y no la guerra, la palabra como salvadora, el poder de seducción de los cuentos. El rey ha sufrido un desengaño atroz pero sólo ella con sus palabras hará nacer en él la confianza suficiente para volver a creer en el amor. Sherezade es el espíritu creativo por encima del afán bárbaro..
    un saludo.

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