Algunos días, libros malos

La lectura también
puede señalar  el estado de ánimo
en que uno se encuentra. Al menos, a mi me sucede. Si estoy demasiada estresada
o cansada, busca algo ligero con lo que entretenerme. Habitualmente, las
novelas que escojo para este desahogo son de género policíaco o novela negra.
Este verano me
he acercado a Andrea Camelleri o Dona Leon, italianos, muy célebres y leídos, pero
que a mi no me acaban de gustar. Sigo prefiriendo a los nórdicos o al griego Petros
Markaris, los personajes de este último siempre critican, con humor y perspicacia,
la situación de ruina en la que el estado y el mercado financiero dejaron a su
país.
Pero esto de los
géneros literarios, últimamente, no es tan evidente. Ahora, parece llevarse la novela
colagges, o sea, vale todo. “La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Joël
Dicker, el libro más leído de 2013 junto con la “sombra de Grey”, es un ejemplo
de esto.
El mamotreto, de
más de seiscientas páginas, parece seguir, a pies juntillas, los consejos dados
por un taller literario para crear una novela de éxito, algo así como: que
tenga amor, misterio, realismo, mensajes al lector, un breve apéndice de auto-ayuda…
Añadir mucho  dialogo y pocas
descripciones.
Mezclado todo
esto, sale la novela collage;  y
entonces puede suceder que el descuidado lector, que acude en momentos bajos a
la inocente lectura  se encuentre
con una de esas frases simplonas que brillan en sus páginas, a modo de:
 “quien arriesga gana, Marcus. Piense en este lema cada vez
que se enfrente a una lección difícil. Quien arriesga gana.”
E,
inevitablemente,  una se siente,
después, un poco más imbécil todavía. Pero eso sí, formando parte de una
comunidad de imbéciles mayores.
El argumento de
la novela de marras es como la vida misma, escritor sin inspiración que se
enamora de chica mucho menor que él, amor imposible y tormento.  El libro está plagado de frases de
manual de autoayuda al estilo de:
 “la
mayor de las empresas es el amor” “anhele el amor, Marcus. Haga de él su más
hermosa conquista”
Si en su caso el
amor le resbala, el autor apelará a la vanidad y al deseo oculto de todo lector
de convertirse algún día en escritor .
. “escribir libros no es nada, todo el mundo
sabe escribir, pero no todo el mundo es escritor.
 -¿ y cómo sabe uno que es escritor, Harry?
– Nadie sabe que es escritor. Son los demás
los que se lo dicen. “
“escribir es como boxear”.
Y, debe ser así
para él, porque hay diálogos que golpean como puños nuestra inteligencia. No
obstante, el mensaje es claro  y
directo. Sólo importa entretener:
 La
gente no espera que ganes el Premio Pulitzer, les gustan tus libros porque
estás en boga, porque les entretienen, y eso también está muy bien”
Asombra la
osadía de la tesis, la exaltación de la cultura del espectáculo, la mediocridad
como paradigma,  el entretenimiento
como droga.  A fin de cuenta, todos
necesitamos un poco de ella al caer la noche.
Finalmente, le
dice el escritor al joven aspirante: te has convertido en todo un hombre.¡¡dios¡¡

 Es la misma historia de siempre, héroe
que atraviesa graves obstáculos hasta que sale de ellos, victorioso. En cierta
manera, así es, el autor ha conseguido escribir un libro malo, y que nosotros, lo
leamos.

11 pensamientos sobre “Algunos días, libros malos”

  1. La verdad sobre el caso Harry Quebert.
    Lo he leído.
    Me gustó bastante.
    No me gustó el desenlace.
    Demasiados parches para que todo cuadre.
    Ah, y me enamoré de Nola.

    Te recomiendo todas las novelas protagonizadas por el Inspector Wallander, de Henning Mankell

    Besos.

  2. A mí también me mola Márkaris. La mala leche que destilan Járitos, su señora y todos los griegos que por ahí pasan.

    Para libros ramplones, que están dando la campanada, la de Dolores Redondo, que, aparte de estar ambientado en el Baztán navarro, no me parece gran cosa. Y sin embargo dicen que hasta quieren hacer peli y ya va por la segunda de la prevista trilogía.

  3. huy, veo que la tienes en la lista de prescindibles. Haces bien. Eso sí, yo quiero su agente literario (Es muy buen@. Vendería frigodedos hasta en Siberia)

    Para "mujeres detectives vascas" prefiero el personaje original de Amaia Ezpeldoi (De Itxaro Borda; a esta nadie la traduce, jo) o Felicidad Olaizola, personaje de Javier Otaola (Brocheta de carne me hizo gracia). Y si me apuras, el Mikel Goikoetxea de J.J. Abasolo. Este, al menos tiene retranca.

  4. El libro es una basura de principio a fin.
    Dialogos de pena, una historia de "amor" de lo mas absurda, personajes estúpidos, una trama aburrida no, lo siguiente.
    Lo único que me consuela es que me lo prestaron y no pagué por él.
    Sé que una buena campaña de marketing puede hacer milagros pero lo que no entiendo es que haya gente que lo recomiende…

  5. Juli a la Redondo ya la desfenetré meses atrás, me pareció igualmente un bodrio.. si consigues el teléfono de su agente pásamelo…. Las otras que mencionas no las conozco pero tomo noto..
    Anónimo, un nombre al menos por favor, para saber con quién hablamos. .
    un saludo

  6. Esta mediodía en la hora de descanso (de 3 a 4), leí este post, busqué reseñas, las copié y las pegué en el comentario pero no llegué a enviar el comentario. Llegaron las mamás enseguida… Te escribía algo así como que a todos le ha gustado mucho este libro y que tu interpretación es la más objetiva y certera, además de la que más crédibilidad tiene a mi poco entender jajaja

    Gracias por estos comentarios tan sinceros.

    un abrazo

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