Con la misma moneda



Venía yo apresurada conduciendo por la autovía cuando un señor mayor me frenó el paso. Despotriqué contra el anciano y la necesidad de que a gente tan mayor se le mantuviese todavía con el carnet de conducir en uso. Horas más tarde, saliendo del mercado cargadas con las bolsas de la comida, el mismo anciano se me acercó para ofrecerme su ayuda. Sin poder convencerlo de que no era necesario, el anciano lastimosamente agarró las bolsas que tenía en una mano y me acompañó hasta el vehículo. Pintura: busto de anciano de Ignacio Merino.

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19 pensamientos sobre “Con la misma moneda”

  1. Para que veas…
    Uno debería dejar de conducir cuando se convierte en un peligro para el resto de automovilistas, sea cual sea la edad.
    La 2ª parte se llama educación, cortesía… y tampoco tiene edad; además, como le digo muchas veces a mi hijo: ser educado es gratis total…
    Un abrazo.

  2. No se cual era la condición de ese adulto que frenó tu paso en auto. Pero sin duda hay un momento donde por cuidado propio y del resto, debemos dejar de manejar. Todo un tema, y sí, el resto buena educación, mas tanta refexión profunda no hace que la situación te haya puesto a pensar, y a nosotros con vos.
    Abrazo guapa!

  3. Pienso que va más allá que lo que se refleja aparentemente,
    No todos reaccionamos igual y siempre hay personas que te sorprenden. Cuándo crees que va a ser "la misma moneda" te pagan con oro.
    Deshace el ojo por ojo y diente por diente,dejando paso a la cortesía, educación y generosidad.
    ENHORABUENA ICO NUEVAMENTE UN GRAN RELATO.
    la bohëme

  4. Magnífico. Me ha recordado a mi padre, decía que conducir, renovar el carnet le mantenia un poco alejado de la ancianidad que los demás le echábamos encima antes de tiempo y ante la que se negaba a sucumbir. Muchas lecturas, Ico. Un beso.

  5. Por eso no me gusta perder los modales, además con los viejillos y viejillas al volante soy de lo más solidaria y comprensiva. Me alegro de que te haya sorprendido la amabilidad del hombre y de que lo hayas leído como una lección sin manos. Es bonito aprender 🙂

  6. ¿y qué si el anciano hubiese querido unas monedas? (que no me parece el caso) Eso no hubiera restado un ápice de ternura a la escena. Resulta penoso ver a una anciana, con su pensión miserable, contando monedas en el súper para sacar un paquete de pasta. Hay quien la mira mal, hay quien lo paga con rapidez y discreción. Hay de todo

  7. 🙂
    puedo entender cómo te sentías…
    yo me habría sentido igual de culpable. Lo que importa es recordar estos pequeños detalles en otras ocasiones; siempre aparecen acciones parecidas a las vividas o muy similares, para poder corregir algunos fallos (hoy me puse las gafas y el reloj de maestra y a enseñar!! jaja).

    un abrazo

  8. Delicada anécdota. Ciertamente creo que todos sufrimos el andar y manejo distinto de las personas mayores, pero a veces la propia realidad nos sacude, no son ellos, somos nosotros siempre urgidos e impacientes. El hombre tuvo el tiempo para la caballerosidad sin tiempos. Besos Ico.

  9. A eso lo llamo yo una cachetada sin manos por parte de la vida misma. El aprendizaje viene a ser que tenemos que relajarnos y no despotricar con la ligereza con que a veces lo hacemos.

    Por otro lado, llevas razón en que según qué edades y, sobre todo, qué codiciones, el carnet de conducir debería de retirarse.

    Un abrazo, Ico. Por cierto, yo sigo abierta a una quedada bloguera insular antes de que comiencen las clases!! Besos

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