Alegoría de la pobreza

Catalina Viera Dosantos odiaba por encima de todo ser pobre, por lo que, desde que tuvo uso de razón todo su empeño se volcó en dejar de serlo. Dispuesta a renunciar a ese estado al que ningún ser de este planeta debe estar abocado, se juró a sí misma, que ni ella ni ninguno de los suyos, pasaría nunca más hambre. Para conseguirlo no tuvo más remedio que partir de viaje hacía el viejo continente.
Cuando la mujer que odiaba por encima de todo ser pobre llegó al viejo continente se sentó frente al televisor, arma de destrucción masiva donde las haya, y dejándose llevar por las imágenes atrayentes de los anuncios publicitarios y las vida que veía pasar a través de la pantalla, se instruyó metódicamente sobre el hecho de dejar de ser pobre. De esta forma, angustiada y en constante necesidad de compra, resolvía con eternas dudas lo difícil que resultaba dejar de ser pobre si para ello había de comprar tal cantidad de cosas.
En ese lado del hemisferio se encontraba Ana Magnani. No, no era la actriz italiana, pero se le parecía bastante, mujer compleja donde las haya, poseía, por el contrario, todas las prebendas con las que el estado del bienestar te puede agasajar, una hipoteca en eterno crecimiento, un trabajo al que desearía renunciar y sobre todo las eternas ganas de mandarlo todo a freír espárragos.
Por una burla del destino, se encontraron en el mismo espacio y tiempo y como sea que el amor busca juntar a los pares y los contrarios, nació el amor entre ellas.
Ana Magnani, se entregó al amor como sólo las mujeres desprendidas saben hacerlo, como si en el amor mismo hallasen la cura y la sal de sus heridas, por lo que le dio a Catalina dos santos el único tesoro que poseía: su corazón.
Sin embargo, para la mujer que odiaba por encima de todo ser pobre, instruída en la ley del comercio, nada era suficiente. Además, aquella alma, desconfiada por naturaleza, no aceptaba ninguna ayuda que no fuera de su propio esfuerzo, detestando en su fuero interno ser ayudada por nadie, pues pensaba que todo lo que le fuere dado, algún día se lo pedirían o se lo echarían en cara, volviendo a caer de nuevo, en la misma pobreza.
Por lo que llegó el día, inevitable por otro lado, en el que la mujer que deseaba desprenderse de todo, harta de intentar comprender a la mujer que odiaba ser pobre y queriendo saber los verdaderos motivos que llevan a los seres a darle tanta importancia a la riquezas, caviló en que debía conocerlos in situ, y decidió embarcarse rumbo al nuevo continente.
Allí, por su puesto, halló las razones que andaba buscando, y no sólo eso sino que encontró lo que siempre había soñado, deshacerse de todas sus escasas propiedades inexistentes y dedicarse por completo al cuidado y la doma de caballos salvajes.
Mientras, en el viejo y destartalado mundo, frente a un televisor siempre encendido, continua la mujer que odia por encima de todo ser pobre, y en su empeño de dejar de serlo, acumula, unos tras otros toda clase de objetos.
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17 pensamientos sobre “Alegoría de la pobreza”

  1. interesante. es increible los mundo paralelos creados alrededor de todos nosotros los humanos en el planeta.

    el consumismo mueve sin razon, mas bien nos mueve el azar.

    pero extraño, a pesar de la realidad, odiamos una Y todo sobreviene de las limitantes.

    saludos

    [el nombre del blog es, no sé, emmmm sólo me llamó la atención]

  2. Moraleja: No regales tu corazón por mucho que tengas, es mejor que se lo ganen.Al menos dáselo a alguien que sepa qué hacer con él. Es la única forma de que lo valoren.
    El afán por consumir puede dejarte sin él.

    (Gracias por deleitarnos)

  3. quiere decir que "a" no es igual a "b". Según los valores particulares de "a" y de "b", puede tenerse a > b, que se lee "a" mayor que "b", cuando la diferencia a – b es positiva y a < b, que se lee "a" menor que "b", cuando la diferencia a – b es negativa.

  4. En todo caso saber vivir con la pobreza o con el exceso sin ser ni pobre ni excesiva es algo difícil. Seria neceario vivir las dos situaciones para poder decicir con claridad donde nos situariamos si pudieramos elegir.
    Me gusta mucho como escribes.
    Besitos

  5. Pues yo no querría ser pobre. Ni tampoco millones de euros. Ahora lo único que quiero y deseo es tener un pasar decente: algún viaje, mis libros, algún capricho de ropa…, pero no tengo demasiadas ambiciones ya.
    Pero si recuerdo con terror cuando mis 4 hijos eran pequeños, estaba yo sola para todo y no dormía pensando en si surgirían imprevistos a los que en algún momento sabía que yo no podía llegar: una ortodoncia, alguna petición extra y desorbitante en los colegios, una enfermedad grave, un averia irreparable en el coche. Uffff, cuantas noches sin pegar ojo. Claro que también era más bien pesimista y siempre me ponía en lo peor.

  6. Puedo llegar a entender a la mujer del nuevo mundo: tampoco suele aceptar con tanta facilidad, la ayuda que no sea de mi propio esfuerzo, puesto que todo lo que se entrega algún día lo reclama la(s)
    otra(s) parte(s), con el correspondiente reproche… lo siento, también soy algo desconfiada. Pero es cierto, que solemos desear aquello que no poseemos o en todo caso, dejamos que la sociedad nos influya y nos apropiamos de una necesidades irreales y prescindibles.

    Un placer leerte, ofreciendo distintos puntos de vista.

    un abrazo.

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