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Capitulo 8: Marita



El comisario Acosta se removió en su silla y miró hacia las chicas que estaban en el local. – ¿Quien es? – Ah no mi amor… no está Marita es un espíritu libre….hace unos días que no se nada de ella. – ¿Qué tipo de relación mantenía con Eufemiano? – Lola del Monte sonrió sarcástica y arqueó una ceja. – Me refiero a si había algo más de lo puramente profesional. Todo lo que hablemos es confidencial, entre usted y yo. – Tutéame, mi niño. Pero no sé a qué se refiere, aquí no hay nada que sea puramente profesional, hay quien viene buscando sólo a alguien que los escuche un rato. Claro que ese no era el caso de Eufemiano. Pero si quiere decir si había algo más que cama, le diré que sólo ella se atrevía a acceder a … – la mujer ladeo de un lado a otro la cabeza- a sus aficiones. ¿Quiere saber cuáles eran? El comisario tenía la extraña sensación de que a Lola del Monte le gustaba aquella conversación y de que disfrutaba con ella. – No… gracias- preferiría que me dijese la dirección de la chica. Martín permanecía con los ojos abiertos en la oscuridad de su cuarto. En el silencio de la noche el sonido de la radio invadía todo el espacio. Bajó el volumen, su padre dormía en el dormitorio contiguo. Los ronquidos acompasados daban fe de ello. Pero Martín sabía que le iba a costar dormir esa noche. Los acontecimientos del día habían sido muy emocionantes para que pudiera conciliar fácilmente el sueño. Su cuerpo hervía de excitación y regocijo. Aún se preguntaba qué le había dado el valor para hacer aquellas preguntas en medio de todos los periodistas. Pero lo que más le hacía dar vueltas en la cama era la satisfacción de ver en los ojos de los compañeros que él, Martin Gutiérrez, joven aprendiz, podría ser algún día un buen periodista. La conexión se detuvo unos minutos, luego un ruido seguido de un pitido. La sintonía de la Voz de Canarias libre desde Argel apareció, el sonido era más opaco y lejano que la sintonía anterior. Instintivamente su cuerpo se puso tenso. Subió el volumen del aparato. La voz del líder del M.P.A.I.C atronó en la noche. Martin puso todo los sentidos en aquellas declaraciones. Escuchó pacientemente la soflama diaria del líder del movimiento. Nunca se le habían hecho tan largos los minutos. Al fin se refirió al secuestro. El joven aguzó el oído. – Nuestra organización distingue claramente entre la lucha armada revolucionaria y popular, y los simples actos de violencia, sin valor político. Nuestra organización no negociará jamás con las vidas humanas a cambio de dinero. Este desafortunado hecho no corresponde a nuestras tácticas y no favorece en nada a nuestra estrategia general. Por todo ello el M.P.A.I.A.C se declara completamente ajeno al secuestro de don Eufemiano Fuentes, así como, de las circunstancias que rodean al mismo. La figura de su padre apareció en la puerta entreabierta. El pijama abierto y la voz somnolienta. – ¿Fueron ellos? – No padre, duérmase tranquilo, acaban de decir que no fueron ellos. – Lo sabía, carajo.

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